El se agrieta. No se rompe, pero muestra una primera fisura. Pase lo que pase en la segunda vuelta del 27 de octubre, la extrema derecha brasileña difícilmente volverá a demostrar una unidad inquebrantable alrededor de Jair Bolsonaro. El evangélico Pablo Marçal, que ha dinamitado la campaña en São Paulo con un partido irrelevante y sin recursos (el Partido Renovador Trabalhista Brasileiro, PRTB), es el nuevo . Marçal, colándose por brechas digitales al margen de las leyes electorales y apelando a los trabajadores de economía informal con sueños de emprendedurismo, arrebata a Jair Bolsonaro su autoproclamada condición de mesías. Y parece haber encontrado la fórmula de renovación de la extrema derecha. Tras ver cómo la justicia cerró algunos de sus perfiles en redes sociales por difusión de , Marçal acudió a votar descalzo, cinco minutos antes del cierre del colegio electoral. “Vine descalzo para mostrar cómo he sido perseguido en esta campaña electoral”,