Una investigación revela que una ‘start-up’ de biotecnología de EEUU ofrece a sus clientes la posibilidad de identificar y elegir a los embriones con el cociente intelectual más alto, una práctica que vulnera todos los límites éticos y legales
Entrevista – Lluis Montoliu, investigador del CSIC: “La falta de integridad científica sale demasiado barata en España”
“Usted paga 46.000 euros y nosotros analizamos el genoma de 100 embriones para que pueda seleccionar al más inteligente”. No es parte del guion de la película Gattaca, sino el mensaje que la empresa Heliospect Genomics está ofreciendo en privado a sus clientes, según una investigación del grupo activista británico Hope not Hate, que ha obtenido numerosas grabaciones a través de un investigador infiltrado.
La compañía estadounidense, encuadrada dentro de un proyecto llamado PolygenX que tiene previsto salir a bolsa, aprovecha la información del banco de datos UK Biobank, de Reino Unido, para analizar y comparar los genes de los embriones y prometer a su clientela la posibilidad de escoger al más inteligente durante el proceso, según ha podido corroborar por su cuenta el diario The Guardian.
Bajo el pretexto de ofrecer una puntuación de riesgo poligénico (PRS), que estudia el efecto individual de diferentes variantes genéticas como la altura o la propensión a la diabetes, la plataforma comercializa un servicio que es ilegal en muchos países, como Reino Unido y España, pero que se puede llevar a cabo en clínicas de fertilidad de Estados Unidos. El resquicio formal que aprovecha Heliospect es que no ofrece servicios de reproducción asistida, sino asesoramiento a partir del análisis de los datos genéticos para predecir los rasgos específicos de sus embriones individuales.
“Hay bebés en camino”
Durante la presentación al investigador infiltrado de Hope not Hate, miembros de la empresa le recomendaron fórmulas para saltarse la regulación y prometieron un aumento promedio, gracias a este sistema, de más de seis puntos de cociente intelectual, además de ofrecer la selección de otros rasgos como la altura, que podrían priorizarse según sus preferencias personales.
Esta práctica ya está en marcha y la compañía ha ayudado a seleccionar embriones para cinco parejas. “Hay bebés en camino”, dice el cofundador, Michael Christensen
Esta selección de rasgos no relacionados directamente con la salud del feto entronca con la eugenesia, una corriente de pensamiento surgida en el siglo XIX que defiende la intervención a través de distintos medios para mejorar de los rasgos hereditarios humanos y que desembocó en los horrores del nazismo, además de campañas de persecución y esterilización contra los grupos sociales más vulnerables en muchos países.
Según revelan medios británicos, esta práctica ya está en marcha y la compañía ha analizado y ayudado a seleccionar embriones para cinco parejas, que posteriormente se implantaron mediante un programa de fertilización. En palabras del cofundador de la empresa, el danés Michael Christensen, “hay bebés en camino”.
Conexiones con la extrema derecha
La plataforma Hope not Hate denuncia la conexión de esta empresa biotecnológica y sus creadores con conocidos defensores de la eugenesia y sus vínculos con el activismo de extrema derecha, aunque estos rechazan las acusaciones. Entre los directivos de la compañía está Jonathan Anomaly, un defensor de la llamada “eugenesia liberal”, una fórmula que defiende la selección y mejora genética de los individuos mediante herramientas biotecnológicas, aunque se pretende desvincular de la carga negativa de este término en el pasado.
Jonathan Anomaly se jacta de haber conseguido una reunión con Elon Musk, quien —según él— considera que el proyecto “es genial
Anomaly se jacta de haber conseguido una reunión con Elon Musk, quien —según él— considera que el proyecto “es genial”, y de tener el apoyo de otros millonarios de Silicon Valley. Entre los clientes reconocidos implícitamente está la pareja pronatalista de Simone y Malcolm Collins, quienes defienden públicamente máximas abiertamente racistas, como la necesidad de “promover tasas de natalidad más altas entre las poblaciones económica e intelectualmente productivas” gracias al cribado poligénico y la selección de embriones. “Solo las culturas con una fuerte motivación externa para tener hijos están muy por encima de la tasa de repoblación en este momento; todos los demás entrarán en el basurero de la historia”, defienden.
“Éticamente inaceptable”
Aunque la empresa asegura no estar eludiendo la legislación de Reino Unido sobre las pruebas con embriones, y a que UK Biobank sostiene que su actividad parece ser “totalmente compatible” con sus condiciones de acceso, los especialistas consultados por The Guardian y elDiario.es tienen serias dudas sobre la legalidad de esta práctica.
Un laboratorio de una clínica de reproducción asistida.
Para Lluis Montoliu, genetista del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC), estas prácticas son éticamente inaceptables y no deberíamos promoverlas, pues ni están justificadas ni tienen validez científica. Para empezar, asegura, no conocemos con detalle los genes que contribuyen a características psíquicas como la empatía, la afabilidad o la inteligencia, a pesar de que ha habido sucesivos intentos. “Pero, incluso si supiéramos esos genes que determinan una mayor inteligencia, no estaría éticamente justificado promoverlos en detrimento de otros, con el objeto de que nacieran niños supuestamente más inteligentes”, advierte. “La ciencia tiene que ayudar a normalizar nuestras diferencias en salud y bienestar, no debe contribuir a ampliar esas diferencias”.
Estas prácticas son éticamente inaceptables y no deberíamos promoverlas, pues ni están justificadas ni tienen validez científica
“Juegan con las expectativas de los padres, presentan el cálculo de riesgo poligénico como si tuviera la misma certeza genética que el diagnóstico genético de enfermedades minoritarias, que son mendelianas y dependen de un único gen”, asegura Gemma Marfany, catedrática de Genética de la Universidad de Barcelona (UB). En su opinión, este mercado “favorece la eugenesia de forma encubierta” y su aceptación incrementaría la desigualdad y la discriminación genéticas.
“La inteligencia es un subrasgo de riesgo poligénico que no debería ser usado bajo ningún concepto”, coincide Pablo Lapunzina, director Científico del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Raras (CIBERER). “Por otro lado, que tengas un alto cociente intelectual no te garantiza que seas más inteligente, aunque los seis puntos que prometen en realidad sean insignificantes”.
Muchos datos avalan que esto no se debe hacer, pero hay mucha gente que cree que tiene derecho a hacerlo
La prioridad de este tipo de intervenciones de cribado genético, recalca Lapunzina, debe ser garantizar que el feto es sano y no usar los recursos sanitarios para encargar “niños a la carta”. “Todo esto es un despropósito, lo mires por donde lo mires, y va a traer cola”, resume. “La historia y muchos datos nos avalan a quienes defendemos que esto no se debe hacer; el problema es que hay un montón de gente que cree que tiene derecho a hacerlo”.