En una de sus charlas públicas más famosas, el escritor estadounidense se ponía delante de una pizarra y dibujaba una gráfica con la que trataba de explicar cuáles eran las en la literatura. El cuadro recogía la evolución temporal de la trama, una curva que describía el tránsito entre situaciones positivas o negativas en la vida de los personajes. Y, aunque se trataba de una explicación en tono humorístico, sugería la importancia de estas variaciones dramáticas para explicar por qué nos gustan tanto historias como o de Kafka.