Irán ejecuta a un ciudadano germano-iraní y Berlín anuncia «graves consecuencias»

Sharmahd, de 69 años y periodista de profesión, fue arrestado en circunstancias poco claras y condenado por supuestamente liderar un grupo terrorista que planificó atentados en suelo iraní

Los casos de pena de muerte se dispararon en 2022 por las ejecuciones en Irán

Irán ejecutó este lunes al ciudadano germano-iraní Jamshid Sharmahd, cuya familia denunció que fue secuestrado en 2020 en Dubai y llevado a la fuerza a Teherán. La ejecución ha provocado la condena de la Unión Europea y Berlín, que ha advertido de que tendrá “consecuencias graves”.

“Esta mañana se ha ejecutado la sentencia de Jamshid Sharmahd, líder del grupo terrorista Tondar (grupo opositor)”, informó la agencia de noticias Mizan, perteneciente al Poder Judicial iraní.

Sharmahd, de 69 años y periodista de profesión, fue condenado el 21 de febrero de 2023 por supuestamente liderar un grupo terrorista que planificó 23 atentados en suelo iraní.

El Tribunal Supremo iraní confirmó la pena máxima en abril del año pasado. Entre los cinco atentados que se supone que llevó a cabo se encuentra el ataque con bomba en la mezquita Seyed al-Shohada de Shiraz de 2008, en el que murieron 14 personas y 300 resultaron heridas.

Sharmahd, con doble nacionalidad alemana y residencia en Estados Unidos, fue acusado de liderar el grupo terrorista monárquico “Tondar” (Trueno) y de colaborar con la CIA, el FBI y el Mossad. Tondar es la facción armada del Comité de la Monarquía de Irán, un grupo opositor a la República Islámica con sede en la ciudad estadounidense de Los Ángeles que tiene como objetivo restaurar la antigua monarquía iraní.

El condenado fue arrestado en 2020 en circunstancias poco claras. Su familia denunció que fue secuestrado en Dubái por miembros de las fuerzas de seguridad iraníes y llevado a la fuerza a Irán.

Berlín y la UE condenan la ejecución

Alemania ha condenado el “asesinato” del ciudadano germano-iraní. La ministra de Exteriores del país, Annalena Baerbock, ha afirmado en un comunicado que Sharmahd fue secuestrado en Dubai y encerrado durante años sin un juicio justo antes de ser ejecutado.

“Para su familia ha ocurrido hoy lo peor. Toda mi empatía para su familia, con la que siempre hemos estado y estamos en estrecho contacto, ante esta terrible pérdida”, señala. Baerbock añade que Berlín ha actuado de forma “incansable” a nivel diplomático para salvar a Sharmahd y siempre ha dejado claro a Teherán que la ejecución de un ciudadano alemán tendrá “consecuencias graves”.

La ejecución de Sharmahd demuestra una vez más que en Irán impera, dice Barbock, “un régimen que desprecia la vida humana” y que aplica la pena de muerte a su propia población y a ciudadanos extranjeros. “Esto subraya que aparentemente nadie está seguro, tampoco bajo el nuevo Gobierno”, concluyó Baerbock.

El Gobierno alemán ya tachó de “inaceptable” la condena a muerte germano-iraní y expulsó a dos diplomáticos iraníes del país. Teherán respondió con la expulsión a su vez de dos diplomáticos alemanes por la presunta interferencia de Alemania en sus asuntos internos.

El alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, también ha condenado este martes “de la forma más firme posible” la ejecución en Irán del periodista germano-iraní y aseguró que el bloque está “considerando medidas en respuesta”.

En un mensaje compartido en la red social Twitter, el jefe de la diplomacia europea subraya que “la UE se opone a la pena de muerte en cualquier momento y circunstancia” puesto que es “una violación del derecho a la vida y la negación por excelencia de la dignidad humana”.

“Condenamos este asesinato de la forma mas firme posible”, escribe Borrell en su cuenta oficial, en la que también asegura que “la UE está considerando medidas en respuesta” y muestra sus condolencias con familia y amigos del ciudadano ejecutado y su solidaridad con el Gobierno alemán, con quien está en contacto.

La República Islámica de Irán ha sido acusada de usar a presos con doble nacionalidad o extranjeros como medida de presión o para intercambio de prisioneros con otros países, una práctica que ha sido denominada como la “diplomacia de los rehenes” por organizaciones de derechos humanos.

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