Anatomía de las inundaciones vascas de 1983: cuando el lehendakari Garaikoetxea lideró la crisis y no Felipe González

El incipiente Gobierno vasco tuvo el «mando supremo» y gestionó sus propios recursos y también los de los tres Ejércitos, la Guardia Civil y otros recursos estatales

Las “dramáticas” inundaciones que sumergieron a Euskadi bajo el agua y el lodo, cuarenta años después

Felipe González, que fue presidente del Gobierno de España entre 1982 y 1996 y que ahora está distanciado del también socialista Pedro Sánchez, ha querido arrogarse el liderazgo de la gestión de las inundaciones de 1983 con epicentro en Bilbao pero que afectaron también al resto de Bizkaia, a Gipuzkoa, a Álava, a Navarra, a Iparralde, a Cantabria y a Burgos. Lo ha hecho en supuesta contraposición con la actual gestión de la crisis de Valencia. Sus reflexiones, más próximas al argumentario de la oposición que al de su partido, contrastan con la realidad de aquellos hechos, en los que el Estado cedió el “mando supremo” en Euskadi al lehendakari, entonces Carlos Garaikoetxea, del PNV y unos años después fundador de EA. La hemeroteca muestra que Garaikoetxea, de 86 años hoy, coordinó la actuación de los recursos propios de la recién creada autonomía vasca, aún escasos, y de los cuerpos del Estado, incluidos los tres Ejércitos (Tierra, Mar y Aire), la Guardia Civil, la Policía Nacional, el Cuerpo Superior de Policía y otros medios llegados desde toda España.

“Acordé con González que la dirección de todo el dispositivo, tanto de organizaciones estatales como autonómicas, quedara bajo mi mando. Tuve el mando supremo de todo, del Ejército [de los tres], de la Guardia Civil y de la incipiente Policía autónoma”, contaba el propio Garaikoetxea en EiTB con motivo del vigésimo quinto aniversario de aquellas riadas, que dejaron una cuarentena de fallecidos e importantísimos destrozos, que un inicio se cifraron en 200.000 millones de pesetas (1.200 de euros al cambio de 2022 pero más de 5.000 aplicada la inflación).105 municipios vascos (ahora son 252) fueron declarados “zona catastrófica” y 50.000 trabajadores o comerciantes se quedaron de golpe sin modo de vida. “Aquellas horas fueron realmente dramáticas, porque hay que pensar que entonces no teníamos ni teléfonos móviles ni de los otros para saber qué estaba sucediendo a nuestro alrededor. Tuve que dirigir las operaciones casi a ciegas”,

Publicaciones relacionadas