La a la que aspira el Gobierno parecía hace una semana una misión imposible, el lunes por la noche una tarea complicada y este martes, sin embargo, un horizonte que ya nadie se atreve a descartar del todo. Aunque poca gente en el Congreso es capaz de explicarse muy bien cómo, el PSOE consiguió sacar viva de la Comisión de Hacienda la transposición de la directiva europea que fija en un mínimo del 15% el impuesto de sociedades a las multinacionales, encarrilar el impuesto a la banca y dejar además la puerta abierta a un nuevo gravamen a las empresas energéticas. Un compromiso con EH Bildu, ERC y BNG que ahora Junts se abre a estudiar tras vetar la prórroga del actual que, entre otras compañías, perjudicaba a Repsol, con grandes intereses en Catalunya. Una auténtica cuadratura del círculo con socios que tienen intereses políticos opuestos.