La Iglesia del Espíritu Santo de Madrid fue en los años 30 un edificio de la Residencia de Estudiantes que la dictadura transformó bajo su concepción nacionalcatólica de la ciencia, y que sigue siendo un templo por un pacto firmado en 2000 con Rouco Varela
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Fue el lugar en el que por primera vez se presentó en Madrid el teatro de la mítica compañía parisina Compagnie des Quinze y donde el británico Edwin Lutyens, uno de los urbanistas más destacados del siglo XX, presentó uno de sus proyectos. El Auditorium de la Residencia de Estudiantes, erigido en 1933, fue epicentro de la intensa actividad cultural que el florecimiento de las ciencias trajo consigo aquellos años. Sin embargo, el edificio, conformado por un salón de actos, una biblioteca y varias salas de lectura, tuvo una corta vida como espacio laico y una vez finalizada la Guerra Civil quedó, como todo, en manos de los franquistas.
La dictadura arrasó con la modernización de la educación y de la creación científica que había arrancado en España para sustituirla por una filosofía acorde al régimen. Así, con el objetivo de “restaurar la clásica y cristiana unidad de las ciencias” e “imponer las ideas que han inspirado” su “Glorioso Movimiento”, Franco creó en 1939 el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Y, como parte de su proyecto, ordenó convertir el antiguo auditorio construido en época republicana en una iglesia: la Iglesia del Espíritu Santo. El templo, que llevan sacerdotes del Opus Dei, sigue hoy ocupando el mismo lugar de la nombrada por Juan Ramón Jiménez como Colina de los Chopos, en el número 125 de la conocida calle Serrano.