Por la puerta de una consulta de Atención Primaria entran pacientes con todo tipo de síntomas. En ocasiones no saben cómo describirlos o tienen miedo de contarlos o se van por caminos que distan mucho del motivo real que hay detrás de la cita. La mayor parte de las veces, cada persona acude con más de un problema, y no solo clínicos. De ese mar de dudas tiene que salir una decisión –un cambio de medicación, derivación al especialista o al hospital, petición de pruebas…– en un de entre cinco y diez minutos. Lo que dura una consulta hasta que entra el siguiente paciente y el reloj empieza a correr otra vez.