La atracción por el mal y los malvados ha existido siempre, es la primera tentación, pero si antes aceptábamos que la maldad debe ser derrotada, ahora creemos que debe triunfar su poder destructivo
En el , la lucha libre profesional, más de moda que nunca gracias a la asombrosa pareja formada por Donald Trump y Hulk Hogan, el Babyface (o simplemente el Face), es el bueno, el héroe del ring, y el Heel es el villano, el malo destinado a llevarse los abucheos del público por sus muecas malvadas y sus tretas sucias. Entre los muchos calificativos que han recibido las recientes elecciones estadounidenses, el crítico literario de A.O. Scott ha escogido definirlas como las del “triunfo de los heels”, esos personajes que representan la maldad sudorosa y vociferante y que son hipermasculinos y horteras rayando en la parodia. Para Scott, los estadounidenses, y con ellos medio planeta, han sucumbido a los encantos de los antihéroes que comenzaron a triunfar en los 2000, con el Batman atormentado y carismático de Christopher Nolan y el Walter White atribulado, sociópata y genio criminal de . Quizá lo peor es que en ese oscuro camino hacia el mal hemos acabado adorando a Joe Rogan. De esto hablaba en los 2000 Emily Nussbaum, que inventó el concepto de “bad fan” para referirse a los seguidores fieles de los personajes de ficción amorales, canallitas o directamente maniacos psicópatas.
wrestlingThe New York Times