Desde el día en que el MeToo español le estalló a Errejón en la cara de niño bueno, arreciaron los aplausos, pero también las críticas, hacia la fuente que había hecho público en Instagram el testimonio de una mujer que acusaba de abuso sexual, sin dar su nombre, a un reconocido político madrileño. Lo que pasó después ya lo sabemos. El canal por el que nos llegó la información esen dicha red social para recibir esa clase de testimonios. El método Fallarás recibió palos a diestro y siniestro; principalmente, por parte de la ultraderecha, de la derecha, de la izquierdita cobarde y de muchas personas respetables e inteligentes, que se manifestaron muy juiciosas y templadas; entre ellas, unas cuantas mujeres feministas y, por supuesto, una gran cantidad de hombres aliados.