Las estampas que deja un recorrido por las calles de la ‘zona cero’ de la DANA en Valencia cuando se cumple un mes de las inundaciones hablan de lo mucho que se ha hecho, pero también . Lo primero que salta a los ojos es, evidentemente, la limpieza de las calles que ya, en gran parte de los pueblos afectados, se pueden recorrer sin mucha dificultad, andando o en coche. Pero las cicatrices que ha quedan tras la riada están por todos los lados. En la tierra y también en el aire: hay una enorme cantidad de polvo y andar un rato sin mascarilla basta para sentir la boca empastada y la garganta que empieza a rascar. “En los días de poniente no se puede respirar. Por el polvo y por los olores que salen de las alcantarillas”, decía esta semana una vecina en Catarroja.