Feijóo sabe que, cada minuto que habla de la DANA, todos nos acordamos de Mazón. Él prefiere hablar de otras cosas porque ha caído en una trampa: la de aceptar que gobierne la reconstrucción el responsable de la destrucción
Los damnificados por la DANA de hace un mes en Valencia expresaron de inmediato su angustia. Aún en , tenían las casas y las calles llenas de barro, numerosos cuerpos seguían desaparecidos entre toneladas de lodo, faltaba el agua corriente y la luz en muchas casas. De entre todas sus urgencias, enfatizaron una de carácter inmaterial: “No nos olvidéis”. Sí, enviadnos agua, maquinaria, militares, pero sobre todo: no dejéis de mirar. Sabían que los periodistas aterrizados en la zona se acabarían marchando y los directos de los informativos dejarían de hacerse desde allí. Nos dijeron: de acuerdo, lo aceptamos, la catástrofe da audiencia, pero el impacto emocional de las imágenes del tsunami en nuestras calles desaparecerá mucho antes que nuestra desgracia. Cuando eso ocurra, no dejéis de mirar.
shockPedían que no se les aplicara la ley implacable del infoentretenimiento. Temían ese momento en que los redactores jefes dijeran “esto no interesa” y los charlatanes ya no encontraran materia lucrativa para sus bulos. Ser carne de desinformación es odioso, pero al menos significa que te están prestando atención. Aunque no hayas oído hablar de la sociedad del espectáculo, no hayas leído a Guy Debord, y no sepas nada del infoentretenimiento o la crisis de atención, todo el mundo conoce de forma intuitiva cómo funcionan sus mecanismos. Necesitamos que nos presten atención para que se aborden nuestros problemas. Pero es imposible sobrecoger a los espectadores de forma permanente con el mismo asunto. Los valencianos sabían que su dolor difundido en redes cedería paso en algún momento al siguiente espectáculo.