La política española va tomando forma de disonancia cognitiva, cada vez más. La política, los medios, y finalmente la ciudadanía: todos acabamos eligiendo una de las dos visiones extremas, polarizadoras y excluyentes. Hasta en los programas de entretenimiento: serás de La Revuelta o de El Hormiguero
1. ¿Qué prefieres creer: a) que vives en una democracia donde un gobierno ilegítimo de tendencia autoritaria se aferra al poder mientras chapotea en la corrupción; o b) que vives en una democracia donde oposición, medios y jueces se compinchan para derribar al gobierno legítimo? Las dos son malas, tú verás. Si eliges la desventura a), pasa al punto 2. Si en cambio prefieres la desventura b), pasa al punto 3.
2. El problema de España hoy es su gobierno: ilegítimo de origen por no haber ganado las elecciones, aliado con partidos que buscan la destrucción del país o del sistema, con un presidente autocrático que solo busca su supervivencia personal, asediado por la corrupción familiar y de partido, intenta instaurar un nuevo régimen político: el sanchismo. Si crees que esta visión es fiel a la realidad, pasa al punto 4. Si la compartes pero tienes dudas, pasa al punto 6.
3. El problema de España hoy es la oposición: la oposición política de derecha y ultraderecha, y la oposición mediática y judicial. No aceptaron el resultado electoral, y están dispuestas a todo para derribar al gobierno. Una estrategia de acoso y derribo que, bajo el lema “el que pueda hacer, que haga”, cuenta con el concurso de televisiones, radios y periódicos, poderes económicos y jueces, y que combina desinformación masiva, discursos de odio y lawfare. Si crees que esta visión es fiel a la realidad, pasa al punto 5. Si la compartes pero tienes dudas, pasa al punto 6.
4. Lo expresó perfectamente Núñez Feijóo este domingo en Valladolid: “Lo normal es que este gobierno no pasara ni una noche más en ese centro de negocios que se llama Palacio de la Moncloa. Pero llegados a este punto, a Sánchez ya no le merece la pena dimitir. Aguanta, Pedro, porque no mereces irte con un mínimo de honor. Aguanta, Pedro, porque te vamos a echar los españoles.” Si aplaudes este discurso, ve otra vez al punto 2. Si lo compartes pero no te entusiasma, ve al punto 6.
5. Lo expresó perfectamente Pedro Sánchez este domingo en Sevilla: “Nos acosan porque saben que el PSOE se ha convertido en un referente y un baluarte de esperanza. Pero vamos a resistir a la ofensiva de la internacional conservadora y la internacional ultraderechista, reforzadas por un amplio entramado de empresas, medios de comunicación y agentes de la desinformación que trabajan a su servicio con el único objetivo de tumbarnos.” Si aplaudes este discurso, ve otra vez al punto 3. Si lo compartes pero no te entusiasma, ve al punto 6.
6. La política española va tomando forma de disonancia cognitiva, cada vez más. La política, los medios, y finalmente la ciudadanía: todos acabamos eligiendo una de las dos visiones extremas, polarizadoras y excluyentes, pues cada vez hay menos espacios al margen. Si te aferras a una de ellas, encontrarás refuerzo en tus medios, tertulias y redes sociales de confianza. La cámara de eco. Hasta en los programas de entretenimiento: serás de La Revuelta o de El Hormiguero, y la elección no será inocente sino una toma de partido.
Yo reconozco que, si tengo que elegir, compro el punto 3, como supongo que la mayoría de lectores de elDiario.es. Pero también reconozco mi propia disonancia cognitiva, no pequeña: me preocupa comprobar cómo a diario selecciono aquellos aspectos de la realidad, aquellas noticias, aquellas opiniones y hasta aquellas decisiones judiciales que corroboran mi visión, mientras desatiendo o rechazo las que la contradicen. Y al otro lado sé de colegas, inteligentes y nada fanatizados, que han comprado el punto 2 y ya no se pueden bajar de ese tren. Nuestras disonancias contrapuestas solo pueden empeorar, radicalizarse, reforzarse mutuamente.
Que nadie vea equidistancia: no me parecen comparables los discursos de gobierno y oposición. No veo por ninguna parte el riesgo de autoritarismo sanchista, ni tampoco creo que la corrupción, existiendo (el caso Ábalos es muy grave), sea generalizada. Y a cambio, veo muy evidente la alianza de la derecha política, mediática y judicial para tumbar al gobierno. No tengo dudas, pero a veces me preocupa no tener dudas, y me pregunto por el tamaño de mi propia disonancia.
Pero sobre todo me fastidia que nuestras posiciones políticas se parezcan cada vez más a aquellos libritos de nuestra infancia, ‘Elige tu propia aventura‘. Recuerdo que a la tercera o cuarta elección ya te habían comido los caníbales.