Cientos de personas de ciudades como Barcelona recurren el fin de semana a viajes exprés que en algunos casos, como el accidentado en Francia, no se declaran como actividad económica para ahorrar costes
El viaje en bus ‘low cost’ a Andorra que terminó en accidente mortal sacude a la comunidad colombiana en Barcelona
Cuando Moriana vio en las noticias el pasado lunes que dos personas habían muerto en un accidente de autocar volviendo de una excursión a Andorra, se le “quedó el miedo en el cuerpo”. Ella es clienta habitual de este tipo de viajes de un día y tenía intención de ir este fin de semana a Francia, a ver un mercadillo navideño. Pero después del suceso le entraron las dudas.
“No sé muy bien cómo funcionan. Yo tenía en la cabeza que eran agencias de viaje, pero es verdad que no sabemos si el conductor es de la empresa o no y, con los precios que tienen, estoy convencida de que viajamos sin seguro, aunque nadie nos lo ha dicho nunca”, reflexiona esta mujer uruguaya.
El accidente del autocar de l’Hospitalet de Llobregat que se estrelló en el Pirineo francés, dejando dos fallecidos y una treintena de heridos, ha puesto en el foco las excursiones ‘low cost’ en las que a veces no hay seguro de viaje ni se declaran como actividad económica. Además, en este caso, el autocar que prestaba el servicio estaba alquilado a una empresa quebrada desde hacía meses, Chavi Tours, y que operaba con la ITV caducada desde 2023.
Tres días después de los hechos, de los 32 heridos, entre ellos el conductor y la organizadora de la excursión, todavía son 14 los que siguen hospitalizados. Tres de ellos en Barcelona (uno grave, en Vall d’Hebron) y once en centros del sur de Francia (ocho de ellos, graves), según fuentes de la delegación del Gobierno.
La Fiscalía de Marsella ha abierto una investigación al conductor por homicidio involuntario, después de que la gendarmería francesa, que investiga el caso, lo interrogara el pasado lunes. “Lo que cuentan los pasajeros es que el autocar comenzó a fallar antes, cuando pararon a desayunar en la ida, porque no arrancaba”, advertía el martes a este diario una allegada de uno de los hospitalizados en Francia.
El fenómeno de estos viajes ‘low cost’, organizados de manera informal por particulares y a través de grupos de WhatsApp y Facebook, incluso mediante carteles pegados por la ciudad, se ha disparado en ciudades como Barcelona en la última década, tal como señalan empresas de autocares y de viajes consultadas para este reportaje. Algunas de estas iniciativas se acaban constituyendo legalmente, pero otras no lo hacen y así abaratan costes, puesto que la ley permite a cualquiera alquilar un autocar con chófer sin ser una agencia. Eso sí, sin hacer negocio con ello.
“Es que el precio está muy, muy bien”, dice Benjamín. Él fue a Andorra y también creía que iba con una agencia con licencia, pero ahora duda. “Nadie pregunta si tienen seguro o si tienen los papeles en regla, porque piensas que todo estará bien”, reflexiona.
Él viajó con toda su familia –eran 12 personas– y asegura que están pensando en volver a hacerlo. “No tuvimos ningún problema y es la única manera que tenemos de ir todos a pasar un bonito día fuera”, explica este colombiano, que le quita hierro al accidente del domingo pasado. “Es una desgracia, pero estas cosas en la carretera le pueden pasar a cualquiera”, apunta.
Moriana, por su parte, hace memoria y rescata episodios en los que los autobuses que la transportaban fallaron. “Una vez empezó a salir humo negro del motor”, recuerda. Otra vez, asegura que el conductor empezó a hacer “rutas extrañas” por unas carreteras “muy pequeñas”. “Nos dio miedo porque parecía que no sabía muy bien adónde iba”, explica.
Fuentes conocedoras de estos viajes aseguran que, en ocasiones, estos vehículos se desvían de las carreteras principales para evitar los peajes y abaratar todavía más el precio de los viajes, que van a diversos lugares de Catalunya, Andorra o el sur de Francia por unos 40 euros como máximo. La mitad de lo que costaría un billete en una línea regular.
Imagen del autobús siniestrado el pasado lunes, en el que murieron dos personas.
Carteles en la calle y grupos de Facebook
Moriana decide su próximo viaje entrando en redes sociales. En aplicaciones como Facebook hay diversas comunidades en las que se comparten ofertas y propuestas. “Es muy práctico. Sobre todo para los que somos habituales”, explica. Pero la puerta de entrada a este tipo de excursiones suelen ser los carteles que se encuentran por las calles de Barcelona. Un DIN A4 sin más información que el destino, la fecha y el precio. Y un Whatsapp de contacto.
Hace casi una década que se ven estos anuncios por la ciudad y una de las pioneras fue Sara, una mujer ecuatoriana que, desde hace siete años, ha hecho de estos viajes su modo de vida. “Empezó como algo pequeño, pero fue creciendo y ahora estoy totalmente constituida como empresa. Con seguro y todo”, remarca esta emprendedora, que se inspiró en las excursiones del Imserso.
Sara se declara “harta” porque estos días, desde el accidente, no paran de llamarla medios de comunicación e incluso hay quien ha cancelado viajes porque se pensaban que la suya era la empresa detrás de la excursión de Andorra. “Que no me metan en el mismo saco. Hay mucha gente que hace mal las cosas, pero muchos otros lo hacemos bien”, se defiende.
Arturo –nombre ficticio– es gerente de una pequeña agencia de viajes que también se dedica a ofertar estos viajes y se lamenta de que estas ofertas pirata son “competencia desleal”. Asegura que sus bajos precios son imposibles de igualar ya que “no están dados de alta como actividad económica y pagan en negro los autocares”.
Además, lamenta que intenten abaratar costes contratando vehículos que no están en el mejor de los estados –“los nuevos son caros”, asegura– o prescindiendo de seguros. Si bien la normativa catalana estipula que no es obligatorio tener una póliza de viaje para organizar estas excursiones, las agencias de viajes sí deben contar que contar con la de responsabilidad civil y la de caución –para la cual se necesita un capital superior a los 100.000 euros.
El ocio de quien no tiene alternativa
Las escapadas de un día en autocar siempre han existido como una alternativa económica para salir de la ciudad y hacer turismo cultural o de ocio. “Las excursiones de ida y vuelta a Andorra y Montserrat las llevan montando asociaciones de jubilados y de vecinos desde hace medio siglo”, señala el propietario de una pequeña flota de buses con décadas de experiencia en Barcelona. “En los 80 eran migrantes nacionales que pagaban 500 pesetas para ir a pasar el día a la playa con una tortilla de patatas”, afirma.
Ahora son migrantes extranjeros, en estos casos mayoritariamente de países latinoamericanos, quienes recurren a estas excursiones, que suelen llevarles a lugares inaccesibles en transporte público. “Lo que evidencia esto es que no existen políticas turísticas que tengan como sujeto las clases populares, ese 33% de la población que no se puede permitir unas vacaciones de una semana fuera de casa”, advierte Ernest Cañada, investigador de la Universidad de les Illes Balears (UIB) y del colectivo Alba Sud.
En ciudades como l’Hospitalet, con algunos de los barrios con más densidad de población de Europa, y otras metropolitanas con escasas zonas verdes y espacios naturales, para muchos es una “necesidad” hacer este tipo de escapadas, recuerda Cañada. Este investigador teme además que la respuesta de las autoridades ahora sea perseguirlas sin darles una alternativa de ocio asequible.
De hecho, tal como explican desde la Agència Catalana de Consum, no hace falta constituirse como empresa para organizar estas excursiones siempre y cuando no haya lucro. Es decir: grupos de amigos o asociaciones culturales pueden fletar autobuses por su cuenta sin tener que contratar ningún tipo de seguro ni declarar nada a Hacienda, puesto que no es una actividad económica. “El problema viene cuando los organizadores se sacan un extra en negro”, se queja Arturo.
Las agencias contactadas para este reportaje lamentan que es muy difícil para la población distinguir cuándo se enrolan con un operador en regla. Y eso supone un riesgo para los clientes porque, en caso de que algo no salga bien, no tendrán dónde reclamar.
“Pagamos en efectivo o con bizum. Y no nos dieron un tíquet… Ahora que lo pienso, si quisieran, podrían no haberse presentado y hubiéramos perdido el dinero”, reflexiona Benjamín, que sospecha que la excursión que contrató a Andorra podría no haber sido con una agencia de verdad.
Moriana se encuentra en la misma situación, pero le resta importancia. “Es que si tuviéramos seguros y todo eso, el precio sería mucho más alto. Y el gran atractivo de estas excursiones es que son baratas”, explica esta mujer, que asegura que pronto se volverá a subir a uno de estos autobuses que le permiten conocer gente y rincones de Catalunya para ella desconocidos.