La actriz española ganó el premio a la Mejor interpretación femenina en Cannes por ‘Emilia Pérez’, que llega a las salas españolas y por la que puede ser la primera mujer trans en estar nominada al Oscar
Víctor Elías: “Muchos chavales tienen padres alcohólicos, yo tuve la suerte de estar en ‘Los Serrano’ para evadirme”
El pasado festival de Cannes, cuando comenzó la alfombra roja de Emilia Pérez, una de las películas más esperadas de la edición, los flashes se detuvieron en las estrellas que los fotógrafos conocían, Zoe Saldaña y Selena Gómez. A su lado, una actriz por aquel momento semidesconocida para el circuito cinéfilo posaba con ellas. Dos horas después, cuando acabó la proyección, todo el mundo hablaba de ella. De Karla Sofía Gascón. De la actriz española que se comía a bocados este musical narco trans y que unos días después ganaría, junto a todas las actrices del filme, el premio a la Mejor interpretación femenina.
Desde entonces Karla Sofía Gascón no ha parado. Está nominada a los premios del cine europeo y su nombre es uno de los favoritos para los Oscar, donde puede hacer historia, como hizo en Cannes, y ser la primera actriz trans en ser nominada. La fuerza de la naturaleza que es no solo se nota en la pantalla, sino en cada acto y en cada entrevista. No se muerde la lengua. Responde cuando la atacan. Se vio con su reivindicativo discurso al ganar en el certamen más importante del mundo. Ella lo tiene claro, al que se acerca con humildad le responderá, para los otros sacará las garras. “Esta gente no sabe lo que ha hecho, han metido un tigre en el gallinero”, recuerda que le dijo un amigo cuando la vio en todos los medios. Ese tigre viene dispuesto a poner la industria patas arriba.
Todo este viaje empezó en Cannes, en mayo, ¿cómo está viviendo estos meses de locura?, ¿imaginaba que podía ocurrir todo lo que está ocurriendo?
Nos imaginábamos que iba a tener una repercusión porque es una película realmente diferente. Es una experiencia, pero se están pasando ya… Pero mola. Mola porque es impresionante cómo la recibe todo el público en el mundo. Llevamos meses presentando la película alrededor del planeta, en innumerables lugares, y en todos los sitios ocurre lo mismo. Alucinan en colores con la película. Es maravilloso.
¿Ha podido pensar qué es lo que tiene Emilia Pérez?
Sí. He estado reflexionando y creo que he llegado a una conclusión. Probablemente, dentro de un mes tendría otra. Voy cambiando la conclusión cada cinco semanas. Creo que se establece una línea de conexión entre lo que pasa en la pantalla y el público que la está viendo tan impresionante como ese hilo que te dicen cuando estás en clases de actuación, que te dicen: piensa que te atraviesa un hilo y te une con el infinito. Pues una cosa así más o menos. Es alucinante. Es muy bonito.
¿Cómo le ha cambiado la vida? Recuerdo aquella alfombra roja donde era casi la desconocida y de repente, boom.
Así es. Es que esto yo lo he vivido muchas veces en muchos sitios y de muchas maneras. Sé cómo es, sé cómo funciona la televisión, los medios. La televisión, que es la que te da una fama instantánea, pero que al día siguiente no te conoce nadie y tienes que vivir con eso. Siempre digo que el teatro te da prestigio, la televisión te da fama y el cine te da la historia. A mí el cine es lo que más me gusta, porque es como que va a permanecer para siempre. Lo que haces en el cine toma una relevancia, una repercusión, que es como si fuera el compendio de las otras dos.
¿El haber vivido ya esa fama le hace tener más los pies en el suelo?
Más que haberla vivido es la edad. Los 52 años. Ya no me cuezo en el primer hervor y tengo los pies en la tierra. Sé lo que valen las gambas. Sé lo que vale un zumo de naranja. Precisamente lo que hace que recupere todo ese bagaje anterior, o que me conecta con la existencia, es cada vez que estoy en Nueva York, por ejemplo, y vienen y me traen la cuenta de un huevo frito con una tostada por la mañana de desayuno y veo que me quieren cobrar 100 euros. ¿Estamos tontos? Eso automáticamente te trae a Carrefour, a Mercadona, a Lidl y a todas las marcas. Vamos a decirlas todas para que no haya competencia [risas].
¿No le da miedo perder eso, el contacto con la realidad?
No. Es que yo no lo puedo perder, es que es imposible. Es que mis padres son de Córdoba. Han vivido toda la vida aquí. Entonces es imposible. Mis gatos, mi hija, mi mujer… todo el mundo. Eso a mí me conecta rápidamente. Es imposible que no tenga los pies en la tierra, porque cuando dejas de tenerlos, rápidamente te dan una colleja. Es más, me pasó algo. Fíjate que yo hice El Súper a una edad que sí es muy mala cuando te pasan las cosas. E incluso me lo reprochaba la gente, porque lo primero que hice con el sueldo fue comprarme un superdeportivo negro que luego se me rompió.
Me molesta que intenten darle la vuelta y digan que a mí me están reconociendo o me están dando premios por mi condición sexual, por mi color de pelo o por los zapatitos que me he puesto
Eso es el karma.
Por chulita. ¿Me explico? Pero es que si me hubiera pasado esto con esa edad, ahí si te digo que se me hubiera pirado la ‘fresa’, porque ya empiezas a creerte que eres una cosa que no eres. Pero ahora mismo yo ni soy mejor persona, ni mejor actriz ahora que antes. No me mueve ese rollo y espero seguir así. Es más, cuanto más veo todo desde fuera, digamos que más dentro estoy, más tonto me parece todo. Esto no es de vacile ni nada. El otro día estuve saludando a Steven Spielberg, a Quentin Tarantino… Todos los que tú te puedas imaginar. Directores, productores, músicos, artistas de todo tipo. Actores y actrices que tú que cualquiera que los viera se quedaría impresionado.
¿Y no le impone?
A mí no me impone ya ninguno. Ninguno. Me dejaron de imponer hace mucho tiempo. Pero ahora me he dado cuenta de que menos todavía. Los veo y me parecen personas maravillosas que hay que reconocerles el talento.
¿Cree que Emilia Pérez va a romper muchos prejuicios?
Yo creo que sí, pero no lo pretende. A mí lo que más me gusta de esta película es que no te dice lo que tienes que pensar. Es una película que habla de muchísimos temas, que los pone encima de la mesa para que tú, como espectador, puedas hacer el ejercicio de reflexionar y pensar por ti mismo qué es lo que nos falta a los seres humanos. Es una película que es pura libertad y que después, obviamente crea un debate social muy interesante. Siempre digo que el cine es entretenimiento lo primero, pero también tenemos una responsabilidad porque llevamos la voz a mucha gente, y si podemos hacerlo, ¿por qué no vamos a hacer a través de las historias el mundo un poquito mejor? A mí me ha pasado el testigo Emilia Pérez y ha dicho toma, para ti, y a mí me toca una responsabilidad muy grande ahora mismo.
Esa responsabilidad, ese altavoz que tiene ahora mismo, ¿es una presión?
No, para mí no es presión. A mí lo único que me molesta es que el mensaje se equivoque y que se difumine el trabajo que yo he hecho en esta película como actriz. Que intenten darle la vuelta y digan que a mí me están reconociendo o me están entregando nominaciones o premios por mi condición sexual, por mi color de pelo o por los zapatitos que me he puesto esta mañana. Y no es así. Ahí corremos el riesgo de que se empiecen a mezclar las cosas. Se empiece a mezclar el personaje con la persona, se empiece a mezclar una película con lo social, y corremos un riesgo muy tonto de que no se entienda bien. Es complicado nadar ahí, porque te puedes quedar en el remolino.
Lo hemos comentado otras veces, esa dualidad en torno al adjetivo trans. Por un lado, el reivindicarlo das voz a un colectivo machacado, pero por otro el desear que se deje de poner ese adjetivo y te pregunten por ello, ¿cómo encuentra el equilibrio?
Yo siempre digo que yo soy una persona que ha transicionado, pero ya no estoy en transición, ya he llegado del punto A al punto B. ¿Tú cuántos años tienes?
39.
Pues igual que a ti ya no te dicen el niño, la criatura, el chiquitín, cuando vas por la calle, porque no es de respeto, yo veo como una falta de respeto el dirigirse por los adjetivos a las personas. Yo no concibo, y no creo que en esta época en la que estemos se le ocurra a nadie, que en una entrevista se le preguntase a alguien ¿cómo te sientes al ser la primera gorda que gana en Cannes?, ¿cómo te sientes por ser la primera con los pies torcidos que gana en Cannes? No lo entendería. Pero, en cambio, a mí todos los días me dicen, “qué graciosa eres, eres la primera trans”. Por otro lado, a mí me da lástima en el 2024 ser la primera que hace un logro semejante cuando ha habido desde el principio de nuestra existencia personas como yo, que se han dejado hasta la piel y han muerto y han sufrido y las han violado, las han machacado, las han destrozado para que yo ahora mismo pueda estar hablando contigo tan tranquilamente.
Me da muchísima lástima que sigamos con el mismo rollo, porque además no es una cosa de que te lo dicen en buen rollo, sino que hay un rollo de degradación, de que no eres lo que tú dices que eres, sino que eres lo que yo pienso que eres, eres trans. Y cuando van por ahí los tiros, yo que tengo muchísima experiencia y detecto perfectamente todo, me cabreo. Si alguien me pregunta desde la ingenuidad o desde el reconocimiento, como tú dices, pues no me queda otra que agradecerle y decirle, pues sí, gracias. Pero cuando alguien lo hace para recalcar que a lo mejor no eres lo suficiente mujer como tú crees que eres, o que le estás robando los premios a una mujer… Es que son las mismas tonterías todo el rato, todo el rato las mismas tonterías me las conozco de memoria. Es tan absurdo todo que es que parece mentira que yo tenga que ponerme en el 2024 a explicar una cosa tan tonta.
Imagino que también es bonito ser un referente para las nuevas generaciones, ¿da optimismo hacia el futuro?
Eso yo lo veo en mi hija todos los días. Cómo la sociedad ha cambiado. Mi hija llega y me dice: “Tengo una amiga que está con su novia”. Lo habla normalmente, no habla con un retintín, no habla con una maldad, no habla con un rollo como el que podían tener en mi época, que vamos, como se te ocurriera salir a la calle con un jersey rosa o con un pendiente en la oreja… pero ya cuando se lo puso Cristiano Ronaldo todo bien, ya todos eran guais.
Luego también en las nuevas generaciones vemos la otra parte, unas redes sociales llenas de odio.
Es que de las mismas que vamos evolucionando, hay también una especie de retroceso, porque se creen las tontadas que les cuentan los otros. Es que esto es así. Hay que educar. Hay una educación que es diferente y que todo va avanzando, pero a esos niños y esos jóvenes se les puede engañar. El problema de nuestra sociedad es que no nos dejan pensar por nosotros mismos. Ni muchos de nosotros queremos pensar por nosotros mismos. Porque es complicado. Es mucho más fácil que alguien te diga lo que tienes que pensar. Entonces, si mi líder de la manada me ha dicho que esto es malo, yo sin pensar ya digo que es malo. Lo acabamos de ver y lo vemos todos los días. Tenemos a un señor que ha ganado unas elecciones en un país que ha estado condenado, que hizo unas barbaridades tremendas, un loqueras como nadie y la banda le vota, y dices, ¿por qué? Porque estamos zumbados, estamos más zumbados que las maracas de Machín.
Cuando supo que quiso ser actriz, ¿de dónde le vino?
A mí las cosas me llegan que me levanto por la mañana y ya sé lo que tengo que hacer. Sé que me va a doler, pero luego lo hago. Y esto ha sido lo mismo. Sabía que me iba a doler mucho, pero sabía también que a través de ese dolor iba a encontrar mi propia evolución personal. Y así ha sido.
¿Ha compensado?
No te puede compensar ni descompensar porque no hay otra manera de ser otra cosa, yo soy así. Tengo que sentirme feliz con lo que soy. No me cambiaría por nadie. A mí, cuando dicen yo me cambiaría por Julio Iglesias, pues discúlpame, pero yo no, yo no me cambio por nadie. Me da igual.
¿No hay ninguna actriz a la que mirara y quisiera parecerse?
No quiero ser como ninguna. Quiero ser yo misma. Quizás siendo más joven. Me molaría ser joven y estar como me dé la gana. Los seres humanos también somos así. Cuando eres morena quieres ser rubia. Cuando tienes los labios gordos lo quieres tener pequeños. Cuando tienes los ojos grandes dices, joder que ojos saltones tengo. Siempre queremos ser lo contrario a lo que somos. Pero eso es bonito porque es lo que nos hace crecer también. O evolucionar nosotros como seres humanos, también físicamente. El físico a veces va acompañado de un movimiento mental.
¿Ha recibido muchas llamadas de directores ofreciendo proyectos?
Tengo mil cosas que no sé ni dónde encajar para hacer. Mil cosas muy bonitas, y por lo tanto tendré que renunciar a algunas porque si no se me irán acumulando y no voy a dar abasto. Lo que pasa es que no se pueden filmar ahora mismo. Ahora mismo estamos en un momento en el que toca esto y en el que yo no me puedo poner a filmar algo en serio mientras estoy de acá para allá hablando contigo y con no sé cuántos, no es el plan.
¿Tiene algo de ganas de que pase toda esta locura de entrevistas, promociones?
Me lo decía Zoe Saldaña el otro día que al principio decía que quería que pasara todo esto, pero que ahora ya no porque lo íbamos a echar de menos. Le dije que a mí me pasa, que ahora mismo el único día que a lo mejor puedo tener libre pienso, ¿dónde están los flashes? Yo me parto la caja siempre. Yo me río muchísimo de todo esto porque lo veo un poquito desde fuera. Si nos empezamos a reír nosotros de nosotros mismos, de lo que nos pasa, nos iría mucho mejor. Y esto al final es un juego, es un divertimento, porque si lo analizas, ir a la alfombra roja a pasear un vestido y que te hagan fotos es una tontá. Todo este show que nos montamos es una tontá.
Vídeo de la entrevista completa
Vídeo: Nando Ochando y Javier Cáceres