«Nuestra absoluta prioridad será ganar las elecciones municipales y autonómicas de 2027. Y todos y todas vamos a tener que dejarnos la piel para conseguirla», advierte Pedro Sánchez mientras el partido se pone a la tarea de reconstruir liderazgos en los territorios
El PSOE en Sevilla, manual de autodefensa
En su discurso de clausura del congreso federal del PSOE Pedro Sánchez hizo siete referencias directas a la importancia de ganar las elecciones autonómicas de 2027 y ocho a los “gobiernos negacionistas” que salieron de las urnas en 2023 y a los que se propone arrebatar el poder. El mensaje es claro. Ferraz quiere remover un buen puñado de liderazgos territoriales que no considera competitivos para conseguir que el partido llegue esta vez con opciones de recuperar, al menos, parte del poder perdido hace año y medio en favor de la derecha.
En el equipo del presidente no olvidan que el batacazo en las municipales y autonómicas de mayo del 23 estuvo a punto de llevarse por delante incluso al Gobierno de Sánchez tras una campaña de polarización total en la que el mensaje nacional opacó el más mínimo debate en los territorios. La pérdida casi absoluta de cuantos gobiernos autonómicos ostentaban los socialistas, a excepción de Asturias, Navarra y Castilla-La Mancha, así como la inmensa mayor parte de grandes capitales de provincias, sacudió ya entonces los cimientos de la Moncloa. Hasta tal punto fue así que ese desastre electoral propició al día siguiente el adelanto de las generales, un matchball que el líder del PSOE volvió a ganar, como acostumbra, in extremis.
De aquella derrota se sacaron en el seno del partido varias conclusiones. La primera fue que una ola conservadora de rechazo al gobierno de coalición con Unidas Podemos se llevó por delante a varios ejecutivos autonómicos solventes, como el de Ximo Puig en València, el de Francina Armengol en Baleares, el de Ángel Víctor Torres en Canarias o el de Guillermo Fernández Vara en Extremadura. Pero también que otros territorios no contaron con candidaturas sólidas para ser alternativas reales de gobierno. Y eso, trufado con algún ajuste de cuentas pendientes en el siempre agitado mundo orgánico de los socialistas, está detrás de los movimientos de la dirección del partido.
“Nuestra principal prioridad será ganar las elecciones municipales y autonómicas de 2027 y volver a gobernar en toda España. Esa será nuestra absoluta prioridad. Y todos y todas vamos a tener que dejarnos la piel para conseguirla. Los militantes de base, los compañeros con cargos institucionales y, en el partido, los miembros de la nueva Ejecutiva Federal que hoy echa a andar. Y, por supuesto, yo mismo”, advirtió Pedro Sánchez en un mensaje que sonó a aviso a navegantes.
Sostienen en Ferraz que, o bien el PSOE consigue construir ofertas electorales atractivas que permitan recuperar terreno, o los socialistas estarán condenados a la irrelevancia en algunos sitios claves desde el punto de vista político. Y uno de los principales ejemplos es el de Madrid, auténtico agujero negro de los socialistas en los últimos 30 años. Hoy, el PSOE ni siquiera es la principal fuerza de oposición ni en el ayuntamiento ni en la Comunidad.
La convicción de que Juan Lobato no podía volver a ser la propuesta del PSOE para una plaza tan complicada como es la de enfrentarse a Isabel Díaz Ayuso es lo que está detrás de la implosión una vez más de la federación madrileña. El extraño movimiento de acudir a una notaría para registrar una conversación privada con una compañera de filas es interpretado en el partido como el intento de blindarse ante el pulso que tenía decidido echarle Ferraz al secretario general de Madrid para promocionar otra candidatura. Pero su dimisión por el lío de las filtraciones de documentos del novio de Ayuso ha dejado el camino expedito para Óscar López.
El hombre que fue hasta septiembre jefe de gabinete del presidente del Gobierno y hoy ministro para la Transformación Digital y Función Pública oficializó este jueves su candidatura a liderar la federación madrileña como paso previo a enfrentarse a Ayuso en las elecciones a la Comunidad. Una apuesta estratégica de la Moncloa por dar el combate político e ideológico a la que consideran principal referente de las derechas en todo el país, muy por encima de Alberto Núñez Feijóo.
Algo parecido ocurre con Luis Tudanca. Después de tres intentos frustrados de protagonizar el vuelco en la Junta, la relación del secretario general de Castilla y León con la dirección federal de su partido ha saltado por los aires. Tudanca siempre ha sido considerado uno de los líderes territoriales más afines al denominado ‘sanchismo’, pero el intento de relevo y el proceso congresual que debe afrontar ahora su federación ha provocado un enfrentamiento abierto. Ahora sabe de primera mano que la apuesta de Ferraz no pasa por refrendarle sino por por promocionar a opciones que la dirección federal considera “más sólidas”.
La situación es diferente con Juan Espadas. O era diferente hasta el congreso de Sevilla del pasado fin de semana que él presidió. En la cúpula del partido admiten abiertamente desde hace mucho tiempo que el secretario general socialista de Andalucía no es una opción mínimamente competitiva frente a Juanma Moreno, y que su permanencia solo tenía que ver con dos cosas: con el reconocimiento a su lealtad y a su predisposición para cumplir en su día con el encargo de descabalgar a Susana Díaz, y con la falta de una alternativa plausible. Pero el pasado sábado todo se precipitó.
Numerosos delegados y cuadros de distintas provincias andaluzas bajaron definitivamente el dedo a Espadas y así se encargaron de trasladarlo tanto a los medios de comunicación en privado como a la propia dirección federal del partido. Algunos, como en el caso de Málaga, Jaén o Cádiz, lo han hecho incluso en público. Ahora Ferraz intenta buscar una salida a ese nuevo escenario con un ojo puesto en que Susana Díaz no consiga pescar en aguas revueltas y recuperar posiciones de poder entre bambalinas y que el partido no vuelva a partirse en dos.
Junto a Cataluña, donde Illa aspira a convertirse en el barón de barones al frente del PSC, en Ferraz son conscientes de que Andalucía y Valencia son los feudos claves que decantan unas elecciones generales.
El objetivo de Sánchez no es otro, explican en su equipo, que el de rearmar al PSOE políticamente para el nuevo ciclo que vendrá. Y, de paso, dar la batalla a algunos de los focos críticos que aún permanecen activos en el partido. Con Page blindado en Castilla-La Mancha gracias a su mayoría absoluta, la siguiente gran batalla será en Aragón, donde Ferraz promocionará a Pilar Alegría para intentar dar carpetazo definitivo al liderazgo de Javier Lambán.