Cuando accedió a la presidencia en 2017, Emmanuel Macron insistió en que no había llegado al poder para “reformar a Francia, sino para transformarla”. Su elección marcaba el final del “viejo mundo” y la superación de la “tradicional división derecha-izquierda” en la política para dar paso a una nueva forma de gobernar. “Una nueva responsabilidad que debe llevarnos a definir filosóficamente y jurídicamente las reglas de este nuevo mundo”, explicó entonces en .