El primer ministro francés patina en el inicio de su mandato entre controversias y sin acuerdos para un gobierno estable

François Bayrou pisa el acelerador y reúne a todos los partidos, excepto Francia Insumisa y la extrema derecha, con la esperanza de construir un gobierno con personalidades de la derecha y la izquierda

Macron nombra al liberal François Bayrou como primer ministro tras la caída del Gobierno Barnier

Como ya ocurrió con su predecesor, el nuevo primer ministro francés, François Bayrou se encuentra frente a una ecuación política prácticamente imposible de resolver. Para construir un gobierno estable, necesita la aprobación de una mayoría de los partidos políticos, un acuerdo entre formaciones de distintas ideologías que se comprometan a no votar una moción de censura contra él.

En sus primeros días en el cargo, el nuevo inquilino del Hôtel de Matignon se ha lanzado a una negociación en busca de ese complejo equilibrio. Sin embargo, las primeras conversaciones entre Bayrou y las distintas fuerzas políticas representadas en la Asamblea Nacional, en la que ninguno de los tres grandes bloques se acerca a la mayoría absoluta de 289 diputados, no están dando los resultados esperados.

Gobierno multicolor

En su primera entrevista en televisión el pasado jueves, el primer ministro expresó su voluntad de que la composición del nuevo gobierno sea anunciada “durante el fin de semana; en cualquier caso antes de Navidad”. Para fortalecer un acuerdo entre varios partidos, Bayrou se ha propuesto formar un ejecutivo multicolor, que reúna a personalidades de la derecha y de la izquierda. “Creo que todo el mundo tiene que asumir su responsabilidad. Lo que nos espera es tan difícil que tenemos que trabajar juntos”, afirmó.

A principios de la semana, Bayrou comenzó una primera ronda de entrevistas individuales con los líderes de todas las fuerzas políticas representadas en la Asamblea (solo el partido de izquierdas Francia Insumisa declinó la invitación), a las que recibió en orden descendente de diputados. La ultraderechista Marine Le Pen, representante del partido con más escaños, fue la primera invitada a Matignon, donde acudió acompañada por Jordan Bardella, presidente de Agrupación Nacional (RN, en francés).

Las primeras declaraciones de Le Pen respecto a Bayrou están siguiendo el mismo guion que las pronunciadas tras el nombramiento de Barnier: no habrá moción de censura a priori. La líder de RN dijo que fueron “escuchados” por un primer ministro con un “método más positivo” que su predecesor.

Aunque Bayrou ha indicado que “no marginará a ningún partido”, parece que, a diferencia de su predecesor, se está centrando en convencer a la izquierda, para no depender de la abstención de Le Pen. Una estrategia que no le funcionó a Barnier, censurado con los votos de la izquierda y la extrema derecha tras la presentación del presupuesto de la Seguridad Social.

De hecho, el partido de Le Pen no fue invitado a la segunda fase de las consultas. El jueves se celebró una reunión con una treintena de personalidades, entre ellas los presidentes del Senado y Asamblea Nacional, además de representantes de todos los partidos excepto Francia Insumisa y Agrupación Nacional, indicación de que Bayou quiere forjar un acuerdo entre el bloque central, la derecha gaullista y una parte de la izquierda.

Para convencer a socialistas, comunistas y ecologistas, que forman parte de la coalición del Nuevo Frente Popular, François Bayrou ha puesto sobre la mesa la posibilidad de modificar la reforma de las pensiones adoptada en 2023. “Acepto que reabramos todos los temas”, anunció en televisión, afirmando que está abierto a una nueva negociación con los actores sociales, aunque sin anular completamente la ley en vigor.

Sin embargo, por el momento ha evitado revelar las grandes líneas de su futura acción gubernamental, que reserva para su declaración oficial de política general ante la Asamblea, prevista para el 14 de enero. Y aunque se ha comprometido a no “abusar” del artículo 49.3 de la Constitución, que permite la aprobación de textos presupuestarios sin votación parlamentaria, se reserva el derecho a utilizarlo “en caso de bloqueo”.

Los argumentos del primer ministro no parecen suficientes para las formaciones progresistas, que exigen como etapa previa a cualquier acuerdo la promesa de no usar el 49.3. A la salida de la reunión del jueves, el secretario general del Partido Socialista, Olivier Faure, declaró que ahora mismo su formación “no encuentra ninguna razón para no censurar” al primer ministro. “Estamos consternados por la pobreza de lo que se nos ha propuesto”, añadió, confirmando que no entrarán en el gobierno y que suspenderán de militancia a cualquier miembro del PS que acepte participar.

Una postura similar a la de los ecologistas que, en palabras de la diputada Cyrielle Chatelain, creen que Bayrou “no tiene una visión muy clara de adónde va, a diferencia de Michel Barnier, que por lo menos se proyectaba y sabía adónde quería ir”.

Por el momento, Bayrou está encontrado dificultades incluso para convencer a la derecha de que permanezca en el gobierno. “Todavía no reúne las condiciones”, declaró el miércoles en BFMTV-RMC Bruno Retailleau, que todavía ocupa en funciones el cargo de ministro del Interior. Las conversaciones entre el primer ministro y los líderes del partido Los Republicanos se prolongaron hasta bien entrada la tarde del viernes.

No obstante, todo indica que el próximo ejecutivo que prepara podría tener una composición similar al precedente, especialmente tras el rechazo de los socialistas a participar. A modo de indicativo, en la entrevista en France 2, François Bayrou afirmó que quería mantener a Retailleau en la cartera de Interior.

El primer ministro considera que Retailleau, miembro del ala dura de Los Republicanos, “está en línea con lo que reclama una parte de la opinión pública”. Un anuncio muy criticado por las formaciones progresistas, que temen, entre otras cosas, la redacción de una nueva ley sobre la inmigración más represiva que la aprobada hace un año.

Viaje a Pau

Más allá de las dificultades para salir del actual bloqueo parlamentario, los primeros días de François Bayrou como primer ministro han estado marcados por varias decisiones muy criticadas. Tras el devastador paso del ciclón Chido por Mayotte, optó por no desplazarse a este departamento francés, ni asistir en persona a la reunión de crisis en el Elíseo. En su lugar, voló a Pau para asistir al consejo municipal de la ciudad de la que es alcalde.

“No debería usted haber ido a Pau para conservar su cargo allí, sino a la reunión de crisis en el Elíseo para asumir su nuevo papel”, criticó Mathilde Panot, líder parlamentaria de Francia Insumisa en la primera sesión de preguntas de Bayrou ante la Asamblea Nacional. También fue duramente criticado por la presidenta de la cámara, la macronista Yaël Braun-Pivet, que afirmó ante los medios que “hubiera preferido que el primer ministro, en vez de coger un avión a Pau, hubiera cogido el avión a Mamoudzou”.

Las explicaciones de Bayrou hicieron arreciar las críticas. “El presidente había anunciado que iría a Mayotte: no es habitual que el primer ministro y el presidente abandonen al mismo tiempo el territorio nacional”, dijo a modo de justificación, en unas declaraciones confusas que daban a entender que Mayotte no forma parte del territorio francés. El martes por la noche, su gabinete aclaró que Bayrou tenía intención de visitar el archipiélago próximamente “para abordar la reconstrucción”.

El nuevo primer ministro también está siendo muy criticado por un súbito cambio de posición sobre la acumulación de cargos. Desde 2017, un diputado no puede ocupar otros cargos locales en Francia, una medida apoyada públicamente por el propio Bayrou en múltiples ocasiones y a la que ahora se opone. Afirma que no quiere dejar de ser alcalde de Pau, convencido de que “hay una ruptura (…) entre la vida en provincias y el círculo del poder en París”, que se debe abordar.

La ley especial adoptada el lunes por la Asamblea Nacional para contrarrestar la ausencia de presupuesto para 2025 y asegurar el funcionamiento del Estado ha aliviado la presión sobre el nuevo equipo. Bayrou ha afirmado que quiere presentar un nuevo presupuesto, partiendo del elaborado por Michel Barnier, a mediados de febrero. Salvo sorpresa, esa será la gran prueba de fuego para saber si es capaz de construir un ejecutivo que pueda durar más que el efímero Gobierno Barnier.

“Creo que existe un camino. Tal vez sea el optimismo delirante de alguien que no quiere ver la realidad”, explicaba Bayrou ante las cámaras de France 2. “En cualquier caso, os digo con certeza que si no tenemos éxito esta vez, será la última estación antes de encontrarnos al borde del precipicio”.

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