La unión de Musk y Trump comenzó con una afinidad temperamental y unas fijaciones personales compartidas; ambos son impulsivos, amplifican los peores discursos y motivaciones de sus votantes y simpatizantes y han contribuido a construir el concepto de hechos alternativos opuestos a la verdad
Desde las elecciones que dieron la victoria a Donald Trump, Elon Musk se ha vuelto omnipresente y ocupa una insólita posición paragubernamental en EEUU y en el resto del mundo. El dúo inseparable que forma con el presidente electo, al que acompaña a todas partes, es el que parece tomar decisiones conjuntas sobre todo tipo de cuestiones, como ha demostrado esta última semana el caos y el desgobierno que han sacudido las negociaciones del acuerdo para financiar el Gobierno y evitar su cierre. Kai Trump, uno de los nietos de Trump, publicó en una red social que Musk estaba “alcanzando el estatus de tío” y desde luego es el nuevo mejor amigo del presidente. Tanto, que el foco se ha ido desplazando, poco a poco, desde Trump hacia el multimillonario tecnológico, y la consecuencia inmediata en esta memecracia en la que vivimos ha sido la proliferación de imágenes generadas por IA en la que Musk es el presidente estadounidense de facto y Trump aparece retratado como su primera dama, su marioneta, su mayordomo e incluso su mascota.
Desde que Trump anunció oficialmente que Musk y Vivek Ramaswamy liderarían conjuntamente el nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, la primera vez que una agencia lleva el nombre de un meme sobre criptomonedas y un perro) se hizo patente la influencia que Musk va a tener en cualquier decisión de Trump, y no solo en las medidas que supongan recorte de gastos y que a la postre definen la agenda de cualquier gobierno. El hombre más rico del mundo y dueño de X se configura como una fuerza externa impredecible que podría influir en todo lo que ocurra en 2025, y no solo dentro de EEUU. alemán Alternativa por Alemania (AfD) ante las próximas elecciones y sus supuestas conversaciones con Nigel Farage para financiar su partido Reform UK han encendido las alarmas en Europa, también entre los partidos conservadores tradicionales que compiten por el voto con la ultraderecha y que saben de su capacidad demostrada para influir en los acontecimientos.
Su apoyo explícito al partido de extrema derecha