Cuando una película de un cineasta africano se cuela en la se habla de ello como un acontecimiento, como una rareza. Eso ocurre porque realmente es muy poco habitual que los certámenes como Cannes o Venecia pongan sus ojos en el cine hecho en África. Si suena la flauta suele ser porque hay dinero francés en forma de coproducción de por medio. Es cierto que no se produce tanto como en Europa o EEUU, pero sí que hay directores que han logrado contar sus historias. Sus miradas siempre tiene algo diferente, una mirada que no ha sido ni en el paternalismo. Hay una diferencia en cómo retratan los cuerpos y las relaciones.