Cuatro meses, dos obispos falsos y varios sacerdotes sedevacantistas después, las religiosas continúan atrincheradas en el monasterio, mientras el Arzobispado, que sigue pagando las facturas y las nóminas de los trabajadores, ya ha llevado una demanda al juzgado para expulsarlas
Las ex monjas de Belorado ya son, oficialmente, okupas para el Arzobispado de Burgos, quien legalmente es el responsable civil de los conventos de Belorado, Derio y Orduña y que este lunes, después de cuatro meses de conflicto, denunció a las religiosas cismáticas ante los tribunales, reclamando su desahucio.
Arranca así un proceso que, según admiten fuentes de la diócesis a elDiario.es, “será largo y complicado” y que podría concluir con la Guardia Civil entrando en el monasterio para expulsar, por la fuerza, a las monjas excomulgadas. Ellas mismas, en su única referencia al procedimiento que se ha activado esta semana ante los Juzgados de Briviesca, ya anunciaban que, en caso de una resolución de desahucio, la incumplirían. Esto es: no saldrían por su propio pie, ni con sentencia judicial, y habrían de ser las fuerzas de orden público quienes las desalojaran del convento.
Cuatro meses y, al menos, dos obispos y tres sacerdotes falsos después, las ex monjas de Belorado continúan acantonadas en el monasterio sin que se sepa mucho de ellas, más allá de algunos rumores. Algunas fuentes apuntan a que la exabadesa, Laura Gil de Biedma, ha contactado con un notario de Burgos para conseguir la tutela de dos de las cinco religiosas mayores que siguen residiendo en el convento, pero que no han sido excomulgadas.
Esta estrategia que utiliza a las religiosas más ancianas como escudo, busca romper el relato de la diócesis de Burgos, que asegura que las cinco monjas mayores no están de acuerdo con el cisma. Además, de producirse el cambio de tutela, la exabadesa pasaría a controlar las cuentas y pensiones de estas dos mujeres, lo que supondría un respiro a la durísima realidad económica que vive la comunidad, prácticamente sin ayudas y con un negocio, el de las trufas, en bancarrota. También fracasó el intento de las religiosas por registrase como un asociación civil y, desde allí, reclamar la propiedad de los conventos: el Ministerio del Interior negó el registro.
Imagen de archivo (31/05/2024) de tres monjas del convento de Belorado saliendo del juzgado de Burgos este viernes. EFE/Santi Otero
De hecho, el arzobispo de Burgos, nombrado comisario pontificio (responsable) de Belorado por el Vaticano, continúa pagando las nóminas de la decena de trabajadores (guardeses, jardineros y cuidadores de las monjas mayores, en situación de dependencia), aunque sus responsables ya han advertido que “en algún momento” habrá que “regularizar esta anómala situación”.
En las últimas semanas hubo una baja importante en las huestes de las cismáticas con la marcha de Sor Paz, la vicaria de Belorado, mano derecha de la exabadesa, con lo que el grupo de excomulgadas se rebaja a nueve, a la espera de conocer el futuro de las cinco monjas mayores, cuyas familias siguen con preocupación, y en silencio, la situación.
Otros familiares de las religiosas cismáticas han comenzado a residir junto a ellas, como es el caso de una trabajadora de la Conferencia Episcopal, oficialmente de baja médica, y a quienes algunas fuentes colocan detrás de una fallida operación para vender en internet casullas y vestimentas eclesiales, propiedad de Belorado.
Un desahucio largo y complicado
¿Qué ocurrirá ahora? Fuentes cercanas al proceso apuntan a elDiario.es que “ni mucho menos”, éste será el final de la historia. Primero, habrá que esperar a que el Juzgado de Briviesca admita a trámite, o no, la demanda presentada por Iceta, algo que podría dilatarse entre dos semanas y tres meses. Al tratarse de un juzgado sin una carga de trabajo excesiva, no se espera que este paso se demore demasiado.
Una vez aceptada la demanda, el juez correspondiente deberá dar traslado a las partes, que podrán formular sus alegatos y plantear dudas judiciales. El siguiente paso sería tomar declaración a los interesados, un momento complicado, toda vez que las ex religiosas ya han adelantado que no participarán voluntariamente de este proceso. Una vez escuchadas a las partes, el juzgado emitiría una resolución avalando o denegando el desahucio. Todo este proceso podría dilatarse entre seis meses y año y medio, según las fuentes consultadas.
Con todo, ahí no termina el problema pues, una vez emitida la sentencia, ésta puede recurrirse ante la Audiencia Provincial y, en su caso, ante el Tribunal Supremo, antes de convertirse en sentencia firme. Del mismo modo, tras la sentencia, quedaría emitir la orden de ejecución, que podría paralizarse aludiendo distintas causas, desde problemas de salud de alguna de las religiosas a, directamente, la negativa física de las ex religiosas a abandonar la propiedad, en cuyo caso habría de decretarse un protocolo de actuación policial. No sería extraño, si la ex abadesa y sus seguidoras no deponen su actitud, ver a la Guardia Civil entrando en Belorado para sacar de allí a las monjas.
Obispos falsos y una veintena de curas
Entretanto, se pueden dar diversas circunstancias que no hay que desdeñar, como el fallecimiento o el empeoramiento del estado de salud de alguna de las religiosas mayores. A esto se suman las influencias del nuevo obispo falso de Belorado, Rodrigo Henrique Ribeiro da Silva, quien esta misma semana aseguraba un apoyo sin fisuras a las ex monjas, y llegaba a anunciar que tenía a su disposición, al menos a una veintena de sacerdotes sedevacantistas dispuestos a desplazarse al convento.
Los dos obispos sedevacantistas y, en el centro, Sergio Casas, el nuevo ‘Papa’ de Belorado
Por el momento, un falso sacerdote argentino, ex campeón argentino de preparación de mate y ex juez de boxeo, Sergio Casas, atiende espiritualmente a las religiosas expulsadas de la Iglesia católica. Este nuevo ‘fichaje’ que se suma a los fallidos casos del falso obispo De Rojas (autor del ‘Manifiesto Católico’ con el que las clarisas se salieron de la Iglesia de Roma) o el cura y coctelero José Ceacero, cuyas pistas se han perdido con la misma velocidad con la que aparecieron en la pequeña localidad burgalesa.
Mientras tanto, y pese a presentar la demanda de desahucio, el Arzobispado de Burgos sigue manifestando “su disposición a ayudar en el camino de retorno a la comunión eclesial, donde serían acogidas con delicadeza y misericordia, a imagen de la parábola del hijo pródigo”.
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