El Senado tiene que someterse a la Constitución y a su propio Reglamento. Por mucha mayoría absoluta que tenga, el PP no puede operar como si su actuación no estuviera reglada
Desde que comenzó la legislatura el PP parece empeñado en subvertir el orden establecido por la Constitución en la relación entre el Congreso de los Diputados y el Senado. No se atreve a llegar a lo que propone Vox, que es saltarse por completo a la torera la Constitución, pero sí intenta hacer un uso del Senado distinto al que tiene constitucionalmente atribuido.
Hemos tenido ocasión de verlo en la tramitación parlamentaria de la ley de amnistía, para la que se llegó a aprobar una reforma anticonstitucional del Reglamento de la Cámara, con la finalidad de retrasar la aprobación de la ley mediante la reducción del plazo de dos meses a veinte días para la aprobación de los textos aprobados por el Congreso de los Diputados por el procedimiento de urgencia, limitando dicha reducción a los Proyectos de ley, pero no a las Proposiciones de ley.
También lo estamos viendo en el alcance que se pretende dar al Senado en la función de control de la acción de Gobierno, que de acuerdo con el artículo 108 de la Constitución es competencia del Congreso de los Diputados: “El Gobierno responde solidariamente de su gestión política ante el Congreso de los Diputados”. Lo que el PP deja traslucir permanentemente es que solamente en el Senado se hace un control democrático de verdad de la acción del Gobierno.