Seis relatos de rabia y precariedad para encajar el tetris de la vivienda en Madrid: “Ese zulo costaba 100 euros menos”

Comprar o alquilar una habitación en la capital se ha convertido en una carrera de fondo con cásting incluido. Sandra y su pareja querían esperar a tener casa propia para ser padres, pero a este paso no podrán. Iglika, búlgara, lleva un año buscando alquiler. La mayoría de sus mensajes quedan sin respuesta

Una sola persona posee 160 viviendas en Madrid y el 5% de los pisos de la capital son propiedad de grandes tenedores

Accesibilidad y precios asumibles. La última promesa del Ministerio de Vivienda para encarar al gran elefante en la habitación es muy concreta: hay que crear más casas públicas y aflojar la soga que rodea el cuello del inquilino. Cómo hacerlo –de forma efectiva– es la pregunta que ahora resuena entre los contribuyentes. El problema de la vivienda se agrava a cada paso, especialmente cuanto más se ensancha la diferencia entre el precio del metro cuadrado y los salarios medios.

Así, ni el descenso del paro puede frenar esta ola. La futura empresa estatal de vivienda nacerá del SEPES, la Entidad Pública Empresarial de Suelo, según lo poco que adelanta la administración. Y en el epicentro de toda esta vorágine están los inquilinos de Madrid, que en muchos casos subsisten a base de sueldos precarios en un mercado conocido por el control casi absoluto sobre la oferta de las inmobiliarias, la existencia de grandes tenedores (propietarios con más de 10 viviendas a su nombre) o la interferencia de los fondos de inversión en el devenir de la compra-venta.

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