Hay pocos directores que hayan conseguido convertirse en adjetivo. Cuyo imaginario sea tan reconocible que ver un fotograma de cualquier película suya valga para adivinar a quién pertenece.Definimos las cosas como Almodovarianas. Descubrimos su influencia en las frases que usamos, y hasta en la forma de decorar nuestras casas. Todos queremos vivir en una película de Almodóvar, porque allí el mundo es mejor. Allí las mujeres construyen redes de sororidad, se ayudan, y transforman el mundo desde sus casas y barrios gracias al poder de la empatía.