Francia ante el abismo constituyente

Con la designación de Michel Barnier con primer ministro, Emmanuel Macron ha vinculado la suerte de la Presidencia de la República a la supervivencia del Gobierno

Mucho se ha hablado en estas últimas semanas sobre la dificultad de Michel Barnier para formar Gobierno y cómo su decisión final ha supuesto una auténtica traición por parte del presidente de la República al resultado electoral. Unas elecciones anticipadas convocadas para frenar a la extrema derecha se han acabado traduciendo en el Gobierno más de derecha bajo la presidencia de Macron, a pesar de que el resultado electoral había apuntado en la dirección opuesta.

Con la designación de Michel Barnier con primer ministro, Emmanuel Macron ha vinculado la suerte de la Presidencia de la República a la supervivencia del Gobierno. La fórmula de la “cohabitación” había sido la manera de proteger la Presidencia frente a una mayoría parlamentaria adversa. Tanto Mitterrand como Chirac entendieron que no se podía desconocer la mayoría parlamentaria expresada en unas elecciones generales en el proceso de formación del Gobierno. Una mayoría parlamentaria adversa no tenía por qué ser interpretada como una moción de censura al Presidente de la República, pero tampoco podía ser desconocida en la formación del Gobierno. 

Al no seguir el ejemplo de Mitterrand y Chirac, Emmanuel Macron ha puesto en marcha un experimento que puede afectarle no solo personalmente a él, sino que puede afectar a la fórmula de gobierno que se impuso no con la Constitución inicial de la V República, sino con la reforma constitucional mediante la cual se decidió la elección del Presidente de la República por sufragio universal. 

La reforma se hizo anticonstitucionalmente, es decir, no se siguió el procedimiento de reforma previsto en la Constitución de 1958, pero una vez puesta en marcha consiguió una legitimidad enorme. Tanta que, aunque la reforma fue objeto de un recurso de inconstitucionalidad, el Consejo Constitucional consideró que, una vez aprobada en referéndum, no podía pronunciarse sobre el recurso interpuesto contra ella. Desde entonces, nadie ha puesto en cuestión la legitimidad de la mayoría presidencial en cada una de las elecciones celebradas hasta la fecha.

Pero eso no convierte al régimen de la V Republica en un régimen presidencial. Lo es de facto cuando coinciden la mayoría presidencial y la mayoría parlamentaria, pero no lo es de iure. De ahí que, cuando no coinciden ambas mayorías, es la mayoría parlamentaria la que se impone en la designación del primer ministro. De ahí la cohabitación.

En el continente europeo es la legitimidad parlamentaria la determinante para calificar a un régimen como democrático. Incluso cuando el presidente de la República es elegido por sufragio universal. No es la legitimidad presidencial la que califica al régimen de democrático, sino la legitimidad parlamentaria. 

Esto es lo que ha desconocido Emmanuel Macron al designar a Miche Barnier como primer ministro. Con ello ha alterado las reglas del juego. Ha mezclado la legitimidad presidencial con la legitimidad parlamentaria de una manera inescindible, algo que la Constitución no contempla. 

La decisión de Emmanuel Macron de designar a Michel Barnier es un caso de lo que se califica de “mutación constitucional” en la Teoría General del la Constitución. Se altera la Constitución sin reformar el texto de la misma. La V República que ha puesto en marcha Emmanuel Macron con la designación de Michel Barnier es distinta de todas las formas de expresión anteriores. El general De Gaulle hizo una reforma constitucional anticonstitucional, pero una mutación constitucional. Emmanuel Macron ha hecho una mutación y no una reforma. 

Hasta el momento, la exigencia de responsabilidad política al primer ministro mediante una moción de censura no suponía una exigencia de responsabilidad política al presidente. La Presidencia de la República y la Presidencia del Gobierno no eran vasos comunicantes, sino compartimentos estancos. Ahora han dejado de serlo. Emmanuel Macron ha vinculado su trayectoria política a la de Michel Barnier. 

Si en los tres años que quedan antes de las próximas elecciones presidenciales Michel Barnier consigue mantenerse como primer ministro, es posible que el régimen de la V República se mantenga. Si no es así, es más que probable que Francia tenga que enfrentarse a un problema de naturaleza constituyente. 

Publicaciones relacionadas