Angi, repartidora desde hace tres años en varias plataformas de reparto a domicilio, ha desarrollado en este tiempo toda una serie de estrategias plenamente orientadas a mostrarse lo más imperceptible posible para evitar situaciones de acoso. Intenta llevar un perfil bajo y, en algunos casos, ser escurridiza: no acude a los puntos de encuentro en los que se reúnen el resto de, busca activamente llevar ropa que pase lo más desapercibida posible, y tiene ya estudiado en qué casos puede tener una actitud relajada con el cliente en cuestión, y en cuáles debe, prácticamente, no mediar palabra con él. “Como ven ya en la foto que es una mujer la que va a venir, obviamente ya algunos clientes te abren la puerta de otra manera, y pueden llegar a hacerlo sin ropa”. Asegura que decenas de hombres le han recibido semidesnudos, en calzoncillos.