Adelanto editorial del libro ‘Sentirán el aliento de Turquía en la nuca: secuestros, espionaje y guerra sucia en el país de Erdogan’ (Península)
Enero de 2014. En el extremo sur del país, muy cerca de la frontera con Siria, el fiscal de Adana, Aziz Takçi, recibe por la mañana la llamada de un teniente de policía de la unidad de inteligencia. Es demasiado temprano y Takçi se enfada, pero acepta de mala gana tener una breve reunión en su casa con el agente, que insiste en que la urgencia e importancia del asunto así lo requieren.
Ya en casa del fiscal, el policía le dice que ha recibido información sobre un vehículo cargado de explosivos. Takçi responde que solo con esos datos no puede hacer nada, pero le insta a seguir investigando. Unas horas después, ya en el tribunal, otro agente de policía se acerca de nuevo al fiscal y le comunica que tres camiones están transportando munición y armamento de manera irregular. El oficial le facilita hasta el número de sus matrículas. Ahora sí. Takçi autoriza el registro de los camiones, que reciben el alto en un peaje de la autopista que lleva a Gaziantep, a escasos cien kilómetros de Alepo, y que sirve como puerta de entrada a Siria para yihadistas extranjeros, base de operaciones para opositores sirios, diplomáticos y trabajadores humanitarios y hogar de miles de desplazados por una guerra que desangra el país desde hace tres años.
El jefe de la unidad encargada de registrar los camiones llama una y otra vez al fiscal hasta que por fin recibe respuesta. Hay un problema. Ha llegado un vehículo y sus pasajeros dicen que son agentes de los servicios secretos turcos. Los nuevos invitados cruzan el coche en la carretera e intentan impedir que la policía se lleve los camiones a cualquier otro lado. El teléfono del fiscal no para de sonar y finalmente decide presentarse en el lugar del registro. Cuenta que se reúne con el gobernador de la provincia, quien le dice a su vez que ha recibido llamadas directamente de Erdoğan y del ministro de Interior presionando para liberar los camiones. Poco después de la llegada de Takçi, también se presenta allí el director regional de los servicios secretos. Pasan horas de duras negociaciones y, finalmente, Takçi autoriza la liberación de los camiones, que continúan la ruta con todo su cargamento.