Aldama, bomba de racimo

Si hubo corrupción en un caso, es probable que también lo haya habido en los otros. Si una parte es verdad, la otra no tiene porque no serlo. Basta con repetirla para que funcione

Para entender algo mejor el cambio de estrategia de Víctor de Aldama, en prisión preventiva por un caso de fraude fiscal en hidrocarburos e imputado en el ‘caso Koldo’, conviene un poco de contexto. Aldama se juega hasta veinte años de cárcel. Colaborar con la Justicia puede suponer una reducción de hasta dos grados y a la mitad de tiempo en prisión. Acaba de cambiar a su abogado por el exjuez de la Audiencia Nacional a , quien se promociona en su web como un “penalista experto en llegar a acuerdos”; así los acredita su apreciable hoja de servicios negociadores en nombre de futbolistas —Cristiano Ronaldo…—, artistas —Imanol Arias…—, banqueros —Ángel Ron…—, empresarios —Francisco Correa, David Marjaliza…— o políticos —Cristina Cifuentes Rita Barberá. 

José Antonio Choclán

De seguro aconsejado por su nuevo abogado y tras negociarlo con la fiscalía, Aldama ha comparecido ante el juez para comprometer una cooperación que puede acarrearle notables beneficios penales si se demuestra efectiva. Lo ha hecho con una declaración pensada y estructurada con un claro objetivo: multiplicar el valor de su colaboración para maximizar así su rendimiento en beneficios penales. En otras palabras, Koldo y José Luis Ábalos ya se dan a estas alturas casi por amortizados política y penalmente, especialmente tras el demoledor informe de la UCO. Había que ofrecer algo más.

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